Mi nueva casa
-¡Que guay, que guay, que guay!
-Te noto algo contenta.
-¿Yo? ¡Qué bah! Cosas tuyas, mujer. Total, solo es la primera vez que me quedo a dormir en casa
de una amiga.
-Y no solo eso Silvia, sino que además la estrenas.
-¡Es verdad! ¡Wiii!
-Eso mama, ya que está poco emocionada, encima tu ayuda.-Se burló Clara pegando un puntapié al
asiento delantero del coche, donde se sentaba su madre.
-Más vale que la casa sea chula porque sino no te perdono que te hayas mudado tan lejos.
-¡Eh! Que fueron mis padres los de la superidéa de irse a las afueras.
-¡Y bien al lado del campo de futbol!-Saltó el padre de Clara desde el asiento del conductor.
-Veo que Silvia no es la única emocionada con la nueva casa, papá.
-Cada uno tiene sus motivos, peke.
-¡Ohh, peke, vamos papá!
Las tres chicas se rieron y él aprobechó para encender la radio.
-Por suerte, se usa para más cosas que el futbol, como...
-¡La gira U.S.A!-Gritaron las dos a la vez y la madre les hizo los coros, acostumbrada ya a la
cancioncita.
-¿Sabéis? Se me va a hacer raro no oiros más a coro después de esta noche. Lleváis tres meses con
la gira esa.
-¡Y es esta noche por fin!Pero tranquila, mamá, que ya nos inventaremos otra cosa para seguir
dando la lata...
-Llegamos, fin de trayecto señoritas.-Anunció Pedro, el conductor(y padre de la niña de la casa).
Antes de abrir la puerta, Clara ya dedujo el "ooh" que saldría de la boca de su amiga, pero se tuvo
que conformar con un "guau" que no predijo.
Le enseñó la parte baja y en medio de la casa, como medio de subida al segundo piso, unas
escaleras taponadas de cajas y un pequeño ascensor.
-¡Pero si parece un edificio entero!
-Tampoco es tan grande...
-¡Si tiene hasta ascensor!
Clara no supo como contestar sin que se notara efusibamente lo mucho que le gustaba su casaza a
ella también asique se limitó a darle la razón con una risita.
-¿Me enseñas tu habitación?
-¡Claro!
-Ya sabes, por el ascensor.-Le recordó su madre.-A ver si tu padre quita las cajas de ahí de una vez
que no hacen más que estorbar.
El ascensor era más pequeño que el típico de un piso normal y tenía tres botones: sótano, planta
baja y segundo piso.
En un segundo ya estaban cotilleando la planta superior y finalizando la visita en el cuarto de la
muchacha, que tenía la cama supletoria ya preparada, y el balcón que esta poseía.
-¡Me ha costado dos semanas de gritos, pero la habitación con terraza es mía!-Anunció orgullosa.
-¡Oh, si se ve la piscina! Y pedazo solecito que llega aquí, ¿no?
-Y aún es por la mañana, ya verás esta tarde. Nos vamos a cocer como huevos.-Anunció
asomándose junto a ella.
-¿Y quién es ese pivón del bañador prieto?
-¡Silvia, por favor! ¡Que es un vecino!-Le saltó alarmada dándola un empujón.
-Vamos, que ya te lo has fichado tu...
-Y eso también.
Ambas se echaron a reir.
-Vive dos chalets más allá. Se llama Ían y creo que hace algo de natación porque siempre va a nadar
por las mañanas, bien temprano o por las noches, osea, cuando no hay gente. Y su ropa es de la
buena, mira que bañador.
-Y que abdominales...
-¿Qué? ¡Ah, pues... Pues no sé!-Poniéndose colorada.
-Ya, claro. Si no te habrás fijado...
-¡Déja de mirarme así! Además, ya veo cómo me escuchas.
-¡Si te estaba escuchando!-Se quejó.-Te llegabas por su número de DNI.
-"Ja-ja", pero que graciosa.
-¿Y cuántas veces habéis hablado para haberte enterado de todo eso?
-¿Hablado? Repito: "ja-ja" ¿Te crées que me he pasado estas dos semanas solo discutiendo sobre el
balcón?-Y a la pregunta le acompañó un guiño de ojo que dejaba volar libre a la imaginación.
-Uaoh, recuerdame que cuando quiera espiar a alguien te llame. ¿No tienes prismáticos? Por que ya
sería la bomba.
-Sí, y un descaro impresionante.
-Claaaro, cotillear por el balcón con babas colgando es más sutil. Que te lo digan a ti.
-Anda, calla antes de que nos oiga.
-¿Y no tiene hermanos, amigos o primos-gemelos?
-Pues mira, eso ya te lo dejo a ti.
-Genial, ya tengo deberes...
-No te quejes que es lo único que tienes que hacer este verano y encima es en beneficio propio.
Silvia le sacó la lengua y Clara empezó a poner caras, lo que propinó unas escandalosas risas.
-¡Hola chicas!-Les cortó una tercera voz.
A ambas se les aceleró el corazón sintiéndose descubiertas por el atlético muchacho que las
observaba revolviéndose el empapado pelo.
-Hola-Siguió rápido Clara saludando con la mano como buen ejemplo de educación vecinal. (Y con
permiso, me rio de mis propias palabras para describirlo. Vecinal, si, ya, claro...)
-¡N'as!-Imitó Silvia dibertida.
-Tu debes de ser Clara, la nueva vecina. Te he visto varias veces. Encantado, soy Ian.
-Ya lo sabe.-Susurró Silvia sin mover la boca.
La aludida asintió extrañada y le soltó un codazo a su amiga por debajo del muro.
-¿Cómo has sabido que era yo y no ella?
-Me dijeron que eras rúbia.
-¿Te dijeron?-Preguntó disimulando la alegrá que sentía por dentro más que nunca de su distintivo
color de pelo.
-Sí, ya sabes. Los cotilleos en la comunidad vuelan. Y más si se tratan sobre nuevos vecinos. Pero si
te preguntan, yo no he dicho nada.
-Tranquilo, esta conversación nunca ha existido.
-Bien, jeje. Bueno, tengo que marcharme. Ya nos veremos.
-Sí, vale, adiós...[...] ¡Soy idio...! ¿Silvia?
Por idea divina se le ocurrió mirar al suelo y se la encontró sentada junto a sus pies apollada contra
la pared.
-¿Cuánto llevas ahí?
-Desde el "tu debes de ser Clara"
-No imites su voz, lo haces fatal.
-Y... ¿por qué?
-¿Bromeas? Se os oía bastante animados.-Un guiño y el reprimirse unas risas le costaron una colleja
de su mejor amiga.-A ver sigamos, ¿qué decías?
-¡Qué soy idiota!
-¿Y eso?-Se extrañó y le hizo hueco para que se sentara a su lado.
-¿"Esta conversación nunca ha existido"? ¡Venga ya! ¿Por qué no me escribo "patana" en la frente y
así no dejo dudas?
-Dios, es peor de lo que pensaba.
-¿¡QUÉ!?
-Que yo no sabré imitar al chico ese, pero tu no te sabes imitar a ti misma. ¿Has oido la voz de
camionero que has puesto? La tuya es más nasal, más de pito.
-Voz de camionera te voy a dar a ti. ¡Hablo en serio!
-No séas dramática. Lo has hecho genial. Has quedado de dibertida.
-¿Seguro?
-Seguro. Le he oido reirse.
-Vale... ¿Y si era risa falsa?
Silvia soltó un enorme suspiro, se levantó y volvió dentro riendo.
-¿Qué peli prefieres mientras comemos?
-¿Seguro que a tu madre no le importa que comamos en el salón de arriba?
-Seguro. Antes de irse me ha dicho que, con tal de que no le caigamos espaguetis en la moqueta,
podemos hacer lo que queramos.
-Ups...
-¡¿Qué?! ¡No habrás tirado los...! Pero si no pasa nada.
-Lo sé, pero tenías que haber visto la carrera que te has pegado desde la cocina y la cara que has
puesto.
-Grrr
-¿Te parece esta?
Silvia le pasó un CD antes de que a Clara se la ocurriera saltarle al cuello.
****
-Te he dicho que usaras la espada celestial y no me has hecho caso, asique ahora te lo pasas tu sola.
-Baah, Silvi, ayudameee...
-Deja de poner morritos que intento leer.-Seguía ella indiferente.
-¿Quieres un helado? ¿Un almuadón más grande? ¿El mando de la play?
-Quiero que te calles, niña insufrible...
-Aaarg está bien, lo apago, ¡pero que sepas que estás dejando el mundo a merced del malvado malo
maloso peor de los tiempos!
-Creo que no podré dormir esta noche... Y eso es malo para tí, no para mí, cuando te de la brasa esta
noche wahahaha...
-Eres perversa mangaka.
Clara le lanzó una mirada acusadora pero Silvia se puso a tararear la banda sonora del juego.
Clock, clock, clock...
-¿Qué es eso?-Se intrigó Silvia apartando por primera vez la vista de su manga de One Piece.
-¿DecÃas algo?-Preguntó Clara que ya había bajado a por la merienda y demás cosas para picar y
beber.
Silvia olló un cuarto "clock" y tirando el manga salió en direción a él. Venía de la habitación de los
padres de clara. Se acercó con recelo a la puerta entre abierta por donde salía un rayo de luz y
cuando alargo la mano hacia ella, esta se movió hasta sus dedos.
Se quedó petrificada con la vista clavada en el frente y los ojos desorbitados.
Algo suabe pero duro le acarició los tovillos al pasar entre sus piernas.
-¿Quieres patatas para picar?-Preguntó su amiga desde el piso de abajo.
-¡Ah!-Gritó y cerró de un portazo.
-¡Vale! ¿Mejor cacahuetes?
La chica se miró los pies jadeante y una estúpida risa floja fue lo único que pudo decir ante tal
estupidez.
¡¡Era Niña!! Acababa de llevarse el susto de su vida por el ruido que Niña, la pequeña chiguagua de
Clara, había echo, seguramente en uno de sus juegos.
Pero sonó un nuevo "Clock" y su risa cesó de golpe.
Miró a Niña. Estaba frente a ella con su habitual cara de acojone acentuada por la maniática risa
que había tenido que soportar de la loca humana amiga de su dueña.
Volvió a ponerse de cara a la puerta y la abrió de un tirón. En la habitación no había nadie. Aún
quedaban algunas horas de luz y el sol atacaba más que alumbrar por los enormes ventanales de la
habitación, cuando algo asomó por ellos golpeando los cristales.
Silvia soltó un gritito de asombro.
-¿Pero se puede saber qué haces? ¿Quieres destrozarme la casa?-Se exasperó.
-¡Claraaa, ven un momentito...!
Se oyó el suspiro exagerado de esta y sus pasos hacia el ascensor pero Silvia no apartaba la vista de
allí. Eran dos cosas marrones las que habían golpeado.
-¿Qué pasa?
-Creo que nos están asaltando los extraterrestres...
Su amiga se quedó como ella. Avanzó extrañada hasta la ventana y los hombos, que mantenía
tensos, se relajaron como si hubieran apretado un botón.
-¿Guille? ¿Qué leches haces?
Clara empezó a abrir la ventana y Silvia corrió extrañada junto a la chica. Ambas se asomaron por
los ventanales viendo que las cosas marrones que habían chocado contra la ventana eran los
extremos de una larguísima escalera de madera y a sus pies estaba Guillermo, el pesado amigo de
las muchachas y admirador suyo desde segundo curso. El chaval les caía bien aunque era bastante
irritante y solían ir juntos por el insti pero a veces se ponía demasiado pesado y se acoplaba a
cualquier plan, lo que no sentaba bien a todos. Pero, sin duda, le tenían un gran cariño.
-¡Hola chicas!
-¿Pero qué haces?
-¿Sabes que casi me da un telele, idiota?
-Yo también me alegro de veros.
-¿"También"? No recuerdo haber dicho eso, ¿y tu, Silvia?
-Menos ¿Cuándo he dicho yo eso alguna vez?
-¿Qué haces aquí, por tercera vez, Guille?
-Vengo a pasar la tarde con vosotras.
-Y, ¿por qué crées que vas a hacer eso?
-¡Yo también quiero ver tu nueva casa!-Se quejó.
-¡Pues llamas, como todo el mundo! ¿Y qué leches haces con la escalera? ¡Tengo puerta y timbre!
-Y bien chulos, además.
-Pensé que igual seguían aquí tus padres y no querías que te vieran con un chico.
-Claaaaro, y es mucho más sutil intentar escalar por la ventana de su habitación con una escalera
gigante. Menos mal que no están... ¡Llegas a romper la ventana y te la atravieso por el culo!
-¿Es la suya? Pues ya es casualidad.-Se quejó y puso el pie derecho en el primer escalón.
-¿A dónde vas?
-A subir. ¿No has dicho que no estaban tus predecesores? Y aprovechando que ya he traido la
escalera de mi padre hasta aquí...-Explicó subiendo al segundo escalón.
-¿"Predecesores"? Este es tonto.
-Estén o no, no vas a subir. Nos vastamos bien solas y me castigarían si te vieran aquí-Mintió. Sus
padres no tenían problemas con los chicos, pero aquel intento de acoplo tan descarado era pasarse
de la raya.
-¡Pero...!
-¡Pero nada! Baja o te bajo.
-Permíteme.-Se burló Silvia cogiendo la escalera.-Eres la anfitriona, y sería de muy mala educación
que echaras a alguien, pero yo...
Una sonrisa que inquietó al joven se dibujó en la cara de Silvia pero este siguió sin retroceder.
-¿No vas a moverte?-Guillermo negó mudo de los nervios.-Vale, adiós Gille...
Silvia apartó la escalera de la pollata poniéndola lo suficientemente vertical como para obligar al
chico a bajar del tercer escalón.
-¡No, espera, no...!
Pero ya era tarde para súplicas. Silvia había empujado la escalera que golpeó contra el suelo y
resvaló unos metros por la colina aún no edificada hasta chocar contra unos árboles y una caja
metálica, segúramente una máquina.
-¿Y cómo vuelvo yo ahora a casa sin la escalera?
-Eso es facil. Llévatela como la has traido.
-No, no es facil. Me ha traido mi hermano con la camioneta y ya se ha ido.
-Pues llámale.
-¿Para que me mate por molestarle? Mejor vuelvo mañana a por ella.
-Genial...-Masculló Silvia.
-¿Qué?
-¡Dice que genial!-Saltó Clara dándola un codazo.-Así te enseño mejor la casa.
-¡Hecho entonces!-Anunció de nuevo emocionado.-¡Nos vemos mañana!-Se despidió con la mano
empezando a descender la colina sobre la que se edificaba la urbanización.-Aunque estoy
pensando...
"Zas"
La ventana se cerró con un fuerte ruido sordo, como empujada con gran velocidad y no había rastro
de las chicas.
-Vaya, no me habrán oido. Iba a decirles que me quedaba un rato más, pero con lo despistadas que
son seguro que ya no me oyen... ¡Clara!
-¿Qué crées que querrá?-Le susurraba Silvia a su amiga con nerviosismo en la voz mientras el joven
gritaba sus nombres.
-Imagino que querrá quedarse con nosotras.-Clara pegó un respingo como un escalofrío.-¡Quieta o
nos verá!
-Perdona, es que esto es muy incómodo, pero antes de que nos vea prefiero no respirar.-Aseguró
haciéndose una bola debajo de la ventana donde estaban.
-¿Por qué estás así? En caso de que entrara tampoco sería para tanto...
-¿Que no? ¿Es que ya has olvidado la "merienda-quedada" de principio en casa de Marcos.
La memoria de Clara rebuscó en el cajón que su cerebro escondía muy convenientemente al fondo
de todo lo rememorable y en cuyo cartelito descriptibo ponía "no abrir".
Enseguida recordó por qué los había metido ahí, junto con las tres horribles semanas que había
pasado en el hospital y el incendio ocurrido frente a su antigua casa cuando era pequeña entre otros.
Recordó lo inmensamente más pesado que había sido en aquella ocasión. Además, el chaval ya era
peligroso en clase cada vez que se le acercaban unas tijeras o incluso un simple bolígrafo, no se le
podía soltar en una casa, y menos ajena.
Aquella tarde, el pobre Marcos, o mejor dicho, su madre, se había quedado sin media bajilla de
copas que se encontraban bien resguardadas en una vitrina. Las ropas de más de la mitad de los
asistentes se adornaron gratuitamente con una sustancia biscosa resultado de la mezcla de lo que a
Gille le habia parecido inocentemente dibertido revolver dando origen a una nueva fórmula para el
moco flubber pero dejando huella permanente. Tampoco el gato de Marcos volvió a ser el mismo
tras ser pisado en tres de sus cuatro patas simultaneamente, azaña que según Silvia se merecía
ciertamente un aplauso pues, según aseguró la muchacha, solo increibles "individuos" podrían
conseguirlo.
Por supuesto, Gille se lo tomaba con humor y los demás preferían dejar el asunto por si se les
pegaba la mala suerte, lo que le salvava de inumerables palizas aunque ellas aseguraban que él ni se
lo planteaba.
Nisiquiera pensaba que era torpe. Simplemente los llamaba acidentes con su gran sentido del humor
y los convertía en divertidas historietas que pronto acababan olvidadas y perdonadas.
Clara se imaginó su cocina en llamas, el retrete explotando, la casa inundada, las cortinas en la
antena de televisión y lo peor, se imaginó un "mini-Guille" colgándose de sus orejas y
columpiándose de un lugar a otro por todo el cuerpo de las chicas. ¿Qué por qué se imaginó eso?
Porque fue exactamente lo que sintieron ellas teniendo al muchacho contínuamente sentado a su
lado (pues los demás no solían permanecer mucho a su lado), tocándolas el pelo, haciéndoles
cosquillas o hablando sobre la última expedicion que había hecho con su abuelo el fin de semana
anterior y que hacía con regularidad (y a las cuales ambas estaban invitadas). Todo aquello, por
separado, solía resultar divertido, pero junto y arrebujado en aquél "pequeño" espacio toda la tarde
se hizo insufrible. Tardaron tres días en poder sentarse a su lado sin sentirse casi estúpidamente
acosadas.
No, no, no. Esas cosas son de las que se pasan una vez y no se pueden volver a cometer a no ser de
querer un "imbecil" escrito en la frente.
No, no y no. Gille no iba a entrar en su casa. La simple idéa le probocó otro escalofrío como a
Silvia y esta le sonrió.
-Te has puesto blanca.
-¡Calla o nos oirá!-pidió-¿Se ha ido ya?
-¡Silvia!
-Me da que no...
-¿Y si avanzamos a gatas?
-¿Tu te arriesgas? Estas ventanas son tan grandes que nos verían hasta desde mi casa.
-Ya, por eso no tenemos vecinos delante...
Ambas suspiraron y de inmediato se taparon la boca.
Otros diez minutos fueron necesarios para que el muchacho se diera por vencido. Diez minutos
eternamente largos en los que, si no temieran golpearse contra el suelo y hacer ruido, se habrían
dormido cuatro veces y soñado otras tantas.
Silvia asomó primero un ojo y luego otro, no fuera a ser que al mirar con los dos a la vez, el sol
reflejara tanto que un brillo celestiar rebotara y llamara la atención del muchacho. "Estás ida de la
oya" le había soltado Clara, pero desde que el curso anterior les había descubierto entre unos
frondosos matorrales solo por que la colonia de Clara destacaba entre el olor natural de estos, Silvia
ya no se fiaba de nada. Y tras recordarselo a Clara, ella tampoco.
Finalmente, clasificaron el lugar como despejado y se atrevieron a volver al saloncito, aunque
reptando por el suelo.
-Tu madre no se puede quejar, la hemos barrido la habitación.
-La que se va a quejar es la tuya cuándo vea tu camiseta...
Silvia se sacudió como si eso fuera a acabar con el problema y encendió la tele o, al menos, apretó
el botón.
-¿Qué pasa? ¿Se ha ido la antena?
-No creo. ¿Seguro que has apretado bien?
Volvió a probar otras dos veces y asintió.
Clara intentó encender la luz pero aquel interruptor tampoco les hizo caso.
-Creo que se ha ido la luz. Mira a ver si en las otras casas también o si son los fusibles.
Su amiga obedeció, pero la luz del sol era aún muy fuerte y, por tanto, la luz artificial, inecesaria.
-¡Mierda! ¡El ascensor no funciona y los fusibles están abajo!
Silvia corrió hasta la ventana pero de su amigo Guillermo ya no había ni rastro.
-¿Y si llamamos a tus padres?
-¿Con qué línea?-Contestó Clara en tono mordaz.
-¡Por el movil!-Le espetó Silvia.
-Hace horas que salieron, si no han llegado les debe de quedar poco.
-¿Y a los míos?
-¿Saben llegar?
-No. ¿Tu te sabes el nombre de tu calle?
-No... Pero aún así, tengo las llaves abajo.-Se apresuró a añadir a modo de disculpa-¿Y si volvemos
a llamar a Gille?
-Prefiero quedarme aquí...
-¿Y a los bomberos?
-¿¡Estás loca!? Además, no sabemos si solo se ha ido aquí o también en más sitios.
-Estamos jodidas...
-Sí, porque alguien tiró la escalera gigante valle abajo...
Silvia se quedó algo pillada pero tras unos segundos, le contestó.
-Al menos ese alguien propone ideas. Además, fue su amiga quién se lo pidió...
Las chicas miraron cada una a un lado y no dijeron nada más. Silvia cogió de nuevo su comic y
acercándose a la ventana, se inmersó de nuevo en la lectura. Clara hizo lo mismo con uno de los
gordos libros que sacaba semanalmente de la biblioteca, en la ventana opuesta del saloncito. Y allí
se quedaron, sin más ruido que el que hacen las páginas al pasar, hasta que la luz se hizo demasiado
escasa para poder leer.
-Grrrr-Se quejó el estómago de Silvia, quién había acabado de leer hace tiempo y se había quedado
observando el paisaje.
Clara no pudo reprimir una pequeña risita aunque enseguida la disimuló carraspeando.
-A lo mejor deberíamos cenar algo...-Dejo caer Clara sin quitar los ojos de su libro.
-No tengo hambre...-Su estómago rugió otra vez desvaratando su mentira y Clara enarcó las cejas-
Quiero decir que se me pasa cuando pienso que a lo mejor te causo otro trauma si me acabo las
galletas.-Le espetó de mala gana y ofendida por las acusaciones anteriores. Su estómago la delató
de nuevo y disimuló con un bostezo-Me voy a la cama...
Se metió en la habitación de al lado, la de Clara, y cerró la puerta. Esta se quedó en el sitio hasta
que dejó de oir ruidos y se tumbó en el sofá.
¿Qué había pasado? ¿Cómo habían llegado a no hablarse? ¡Aquella era una ocasión única! ¿Cuántas
veces iban a tener una aventura como aquella? Vale que no podrían ir al concierto que tanto
ansiaban, pero aquello no estaba tan mal. Pero lo peor, lo que más le dolía haber hecho era acusar a
su mejor amiga de la situación. Al fin y al cabo, no era culpa suya que se hubiera ido la luz, ni que
las escaleras estubieran taponadas. Y si no hubiera tirado la escalera lo habría hecho ella misma,
¡incluso quemarla! Cualquier cosa antes que dejar que subiera. Imaginar aquella escena la hizo
animarse algo y tomar una decisión.
Se levantó y fue a su habitación. Abrió la puerta con cuidado. La verdad es que no esperaba
encontrársela en la cama, pero así era. Al lado derecho, en la cama supletoria, se había enroscado
Silvia. Clara no estaba segura de si estaba o no despierta asi que, ante la duda, decidió meterse
sigilosamente en la suya y esperar al día siguiente para hablarlo.
-Silvia, ¡eh, oye!-Pero la muchacha seguía arrebujada en sus sábanas, a pesar de ser primavera casi
ya entrado el verano, y no daba muestras de pensar en girarse.
-Bueno, ya sé que para cualquier persona no debe de ser muy agradable verme a su lado en la cama,
pero pensaba que tu al menos soportarías mirarme...
Clara había dado en el clavo. Conocía perfectamente a su amiga. Era un conocimiento mútuo, un vínculo
que no todos consiguen y que ellas sabían perfectamente usar. El tono burlonamente
dramático en el que Clara había hablado era uno de sus principales diversiones.
Tras esperar un premeditado silencio de vacío que dejaba dudosa la efectibidad del pique, Silvia se
giró sobre sí misma hasta ponerse frente a su amiga sin soltar su emburullada parte de sábanas y
aguantó otra pausa mirándola con pasividad absoluta en el rostro.
-Tienes razón pues, aunque lo intento, no aguanto más de dos minutos...
Ambas estaban combenientemente serias para su teatrillo improbisado, pero de diferentes maneras.
Eran de esas caras que no pueden explicarse, hay que verlas o, lo que es mejor, saber ponerlas.
-Eres gilitonta.
La pasividad que tan teatralmente mostraban se desbarató tras el comentario de Silvia y ambas
echaron a reir.
-Vaya novedad, ¿no?
-Esque no suelo prestar mucha atención, ya sabes, así me va.-Soltar un suspiro dramático.
-Verás, quería... Pedirte perdón. Esto no ha sido culpa tuya y lo de la escalera justo hoy... Bueno
debe haber sido solo una puñetera coincidencia.-Se rió.
-El mundo nos bacila, siempre lo he dicho y hoy, una vey más, se confirma.-Dijo con gesto de
resignación sin darle importa a lo ocurrido y Clara le soltó un almuhadazo.
-¡Eres una payasa!
-Y tu gilitonta ¡Anda mira, empatamos!
Clara le soltó otro almuhadazo y Silvia, como no, se lo devolvió empezando una lucha a sangre fría,
bueno, a sábana enroyada.
-¡Eh! ¿Oyes eso?
-¿Te dejaste la música puesta?
-No.
-¿Entonces?
-Oh, dios, ¡es el concierto!
-¿Ha vuelto la luz?
A Silvia le costó un trastazo contra un par de cajas averiguar que no.
-Tendrán alguna fuente de reservas.
-Da igual lo que sea, ¡tocan!
Tiempo las faltó para correr hacia la terraza.
-¡Es como si estuviéramos allí! Lástima lo del ascensor.
-¡Eh! Si no podemos ir al concierto...
-¡El concierto vendrá a nosotras! Siempre me ha caido bien ese Mahoma.
-Sí, era un tio majo.
-La gente que vive aquí tiene todos los conciertos gratis y nosotras comprando entradas.
-Bueno, también me tragaré los partidos de futbol.
-No pongas esa cara, que no es tan malo.
-Para tí que te gusta.
-¡Quejica!
-¡Anda calla! Voy a por unos refrescos.
Y allí mismo, tiradas en el suelo de la terraza descubierta con sus cocacolas y en pijama, se
quedaron a la luz de la luna y los cuatro pobres focos que alumbraban el escenario. Pobres
comparados con la gran iluminación que habría habido normalmente.
Al parecer, según había anunciado un encargado nada más salieron las muchachas, el concierto se
celebraría aunque fuera usando las baterías de emergencia.
"Las autoridades nos han recomendado no celebrar el concierto en vista del apagón y de que no se
sabe cuánto durará, pero nos parecía un crimen hacerlo cuando tenemos un montón de
superestrellas deseando cantar y un estupendo público esperando oírles, ¡¿no es así?!"
Un estallido de gritos respondió a su pregunta.
"Lo que sí nos han recomendado es que el público que lo desée salga del estadio ya que puede ser
peligroso para vosotros puesto que los focos no alumbrarán muy bien y puede haber accidentes."
Las chicas dudaban que nadie quisiera salirse, pero el caso es que el estadio estaba lleno y los
alrededores también.
Un largo aplauso se siguió de la bajada de las luces, un tenso y curioso silencio y luego, un solo de
guitarra, vuelta a los chillidos y estallido de las luces al empezar a cantarse la letra.
Todos habían reconocido la canción nada más afinarse el instrumento y ya gritaban con la garganta
en un puño aquel increible singuel, incluidas las dos amigas desde su balcón.
Algunos de los reunidos fuera se giraron e incluso las llamaron o saludaron.
*********
-Esto es la gloria.
-Shh, están presentando al siguiente grupo...
Las muchachas escucharon atentas y no perdieron ni una canción en toda la noche. Además se
ajenciaron la cámara y fotografiaban cada milímetro de su visión en cuanto se movían un segundo,
incluyendo sus poses, caras de rock y playbacks a la luz de la luna.
*********
-¿Qué es eso?
-¿Lo qué? "I'm strong like nanana... Oh yea!!"
Pero Clara seguía oyendo aquél ruido. Se levantó con cuidado de no tirar los frasquitos de pintauñas
con los que estaban pintándose y entró en la habitación.
Atravesó la casa y se asomó por la ventana de sus padres que daba a la parte delantera.
En la entrada acababa de aparcarse un gran laguna azul oscuro aún con las luces y en marcha,
dificilmente reconocible en aquella oscuridad de no ser porque Clara montaba en el casi a diário. El
padre de Clara salió de él tras unos segundos (en los que, sin duda, había estado intentando abrir la
puerta con el mando a distancia, olvidando que toda modernez posible es ahora eléctrica).
Sacó un sonoro llavero de la guantera pero Clara no se quedó a ver cómo abría. Volvió al balcón y
empezó a meter cosas de nuevo a su cuarto.
-¡Han venido mis padres!-Susurró con una gran bocalización en su tercer viaje cargando cosas, ante
la extraña cara con la que se había quedado su amiga.
Esta cogió las latas de refresco y bolsas de patatas que, con un agil pase, su amiga entochó debajo
de la cama, con la esperanza de recordar recogerlas al día siguiente. Las cartas acabaron revueltas
en un cajón y los botes de pintauñas chorreando sobre ellas.
El que el balcón estuviera en su habitación les otorgaba una pequeña ventaja,pero a oscuras
colocaban cosas a la espera de oir la puerta del garaje, aunque Clara contó con, mínimo, dos
minutos más. Había visto a su inexperto padre pelearse con aquellas llaves y sabía quién solía
rendirse antes.
En efecto, los tacones de su madre subían primero golpeando las escaleras.
Las toayas entraron después de los cojines y el balcón pareció entonces bacío.
Un trozo de revista que usaban para apoyar las pintadas uñas acabó en el jardín vecino.
Seguramente se debió a un acertado golpe “de aire” probocado por un inocente empujón al papel
para que avanzara en aquella dirección.
Las muchachas, por suerte ya empijamadas, se colaron entre las nuevas y abultadas colchas con la
respiración tan acelerada que casi les impedía oir el recorrido de sus padres por la casa.
-Va... Vale. Cuando se asomen, tranquilidad absoluta. Se supone que llevamos aquí...-consultó su
reloj-sobre hora y media que era nuestro tope.
-¿Y qué culpa tenemos de que haya empezado más tarde? ¡Creo que aún faltan dos grupos!
-Ninguna, pero cuando se duerman o se pase el peligro, volvemos a salir, ¿bah?
Silvia asintió y ambas pegaron un respingo al oir un tacón en el piso superior.
Ya estaban allí, a apenas medio pasillo. El traquetéo había pasado por la cocina mientras otros
zapatos insonoros de no ser por el peso de su adulto portador empezaban a mover las cajas que
taponaban los escalones. El traqueteo siguió echado un vistazo al salón, dónde se encendió la tele y
un cuerpo de hombre cayó derrotado al sofá, pero los tacones habían empezado a subir ya.
Ambas contuvieron el aliento para ralentizar la respiración que poco a poco se normalizó.
-¿No tarda mucho?
Clara fue a hablar pero la cadena del water silenció sus palabras en una sonrisita.
La puerta de la habitación al fin se abrió rayando el suelo sin más escándalo que el del picaporte y
se cerró de igual manera.
La mujer volvió abajo donde informó a su marido de lo monas que debían de estar haciéndose las
dormidas.
-Estas se piensan que somos nuevos.-Se burló él.
-Al menos lo han intentado, y si no supiera que no piensan pegar ojo hasta que todo el estadio se
halla baciado, habría colado perfectamente.
-Vaya pareja...
Las chicas explotaron en risillas nerviosas tras haber superado el imprebisto y con sigilo envidiable
para un gato, salieron otra vez con una toaya y un cojín cada una.
Sus padres se acostaron al poco rato, pero no se molestaron en intentar pillarlas.
El tiempo era deseable, las vistas al cielo estrellado, ipnotizantes y la improvisada acampada, muy
cómoda.
El concierto acabó, muy a su pesar, con dos bises del último grupo y un gran alboroto en la salida,
pero la madre de Clara llevaba razón y ninguna tenía intención de dormirse antes del silencio
absoluto en el lugar.
-Seguro que en nueve meses sube la natalidad.
-¿A qué viene eso, Silvia?
-Apagón + adultos aburridos = niños.
Clara se rió levemente por la ocurrencia y siguió mirando el cielo con relativa tranquilidad.
-¿Y si dormimos aquí fuera?
-¡Vale!
Una tonta guerra de cosquillas trajo la madrugada junto con miles de chismes y cotilleos que las
mantuvieron en vela hasta que, como lechuzas, se durmieron con la salida del sol.
La madre de Clara estuvo tentada de despertarlas en varias ocasiones pero se conformó con
ponerlas la sombrilla para que no les quemara el juguetón sol mañanero.
A Clara le despertó el griterío de los apresurados vecinos probando la piscina. A penas había pasado
el medio día y los niños de la comunidad ya se habían apoderado de ella.
Vió a su compañera de suelo espatarrada pero con una gran tranquilidad en su cara. Casi, hasta le
dió pena despertarla. He dicho casi.
-¡Arriba!-Ordenó una divertida voz a grito pelado en su oido.
*********
Clara cogió el mando de la tele y tras una mirada de reojo al televisor se sentó frente a su tazón,
junto a su amiga y con finjida indiferencia preguntó:
-¿Qué quieres ver?
-No sé, lo que tu digas.-Cedió apartando la mirada hacia la tele.-¿Qué sueles ver tu?
-Pues no sé, a veces una cosa, a veces otra...
-Tu también ves los dibujos, ¿verdad?
-¡Sí!
De inmediato, un chispazo encendió la tele con destino, los dibujos animados, pero no fue lo que
salió.
-¿Hay informativos a estas horas?
-No que yo sepa. Ahora toca...-Consultó su reloj-la serie de los niños dragones que hacen kung-fu.
¿Sabes cuál digo?
-¡Sí! De ahí me encanta la del pelo verde, que siempre está dándo caña.
-¿A que pega bien con el prota? Yo creo que deberían acabar juntos.
-No sé, en estas series, o las parejas son muy claras desde el principio o rara vez pasa nada amoroso.
-Porque a los niños eso les da igual.-Se rió.
-Ya, jaja necesitamos dibus para adolescentes tontas que no quieren perder su infancia.
-Oye, ¡podemos crearlos nosotras!
-Sí, y si ni aún así no nos conforman del todo esque lo nuestro ya es grave.
-Espera, calla un momento...
Clara se extrañó y miró la tele en la que tanto se concentraba ahora su amiga.
-Ese sitio me suena. Debo haber ido de vacaciones porque te juro que me suena muchísimo... Pero
no acabo de caer.-Dijo Silvia intentando averiguar de qué lugar se trataba.
-¿En serio qué no caes, so tonta?-Preguntó con los ojos abiertos como platos.
Ambas se callaron y prestaron atención a la noticia.
"...con lo que ya estamos seguros de que el corte de luz de ayer que, como ya han podido
comprobar, ha sido arreglado, se debió al golpe producido por una escalera sobre el acumulador
general de electricidad de la ciudad, que se encuentra justamente aquí.
La cámara giró y se vió la calle de Clara, justo en frente de su casa. En primer plano su fachada, la
de su nuevo hogar saliendo por la tele! Y no solo su casa, también la escalera con la que Guille
quiso subir la noche anterior.
-¡Qué guay!
-¿Guay?-Se extrañó Clara alucinando.
-Sí, la hemos mangado parda.-Siguió riéndose por la situación mientras Clara buscaba cómo
contestar.-Espera un momento y, si puedes, pon el video.
-¿Qué? ¿A dónde vas?
Unos segundos más tarde, la chica se impresionó al ver a su amiga Silvia en la tele. En su balcón,
saltando y saludando como si estuviera en el concierto de la noche anterior intentando llamar la
atención de la cámara... Con resultados exitosos.
-Esta es tonta... ¡Cómo se le ocurre salir sin mi!
Sin pudor ninguno, salió disparada de la cocina abandonando los cereales y a la periodista en su
conexión en directo.
"...chica que parece vivir aquí puede tener algo que ver con el siniestro de anoche, pues todo indica
que... ¡Vaya! Parece que una segunda joven ha salido a saludarnos, Cristina. Después intentaremos
hablar con ellas en próximas conexiones en directo con el program pues, como iba diciendo, todo
indica a que la escalera se calló o fue tirada desde esa casa, concrétamente desde ese balcón.."
Estrella Asensio
... Without coments.
ResponderEliminarI Hate you Pajitawoman... (L)
Estre.
A ver cuendo pasas tu alogo!! ;)
Y subes tus dibus *__*
Ni un trite comentario!!!!!
ResponderEliminarVenga, animaros que esta historia se los merece!!!
vale, la historia es buena, y expresiva, llena de metaforas.
ResponderEliminarme gusta ^^
RaCHel, no puedes influir para que comenten!! XP
ResponderEliminarAsuka